Etimologías

Cualquier semilla contiene un fecundo patrimonio de recursos biológicos para que pueda desplegar su existencia como planta. Múltiples condicionantes ambientales (suelo, clima, fauna, etc.) le impondrán ciertas adaptaciones a su desarrollo, algunas programadas y otras adventicias. Algo similar sucede con las palabras, que rara vez consiguen substraer su forma o sentido primarios a las vicisitudes de los usos personales, sociales e históricos. El trabajo de la investigación etimológica consiste en rastrear cada estación de esa secuencia evolutiva, cada convergencia en el espacio y en el tiempo de atributos e influencias, hasta encontrar el ‘origen’, la ‘verdad’ de las voces que expresan ideas, su étimo (gr. ἔτυμον) o, cuando menos, el significado ‘efectivo’ que tuvieron los vocablos en momentos concretos de esa travesía.

Una indagación diacrónica para la que se requieren fuentes, registros escritos que hayan capturado estampas lingüísticas de un pasado siempre dinámico y abigarrado. Aunque con un añadido de complejidad en el caso de la tasekenit, las antiguas hablas amazighes de las Islas Canarias: un material propio (epigráfico) exiguo y mal conocido, junto a una textualidad colonial (romance) ajena e imprecisa. Entre estos márgenes discurre una exploración impelida con frecuencia a reflexionar e interpretar sin los conocimientos suficientes, abierta a la confección de hipótesis genéticas y procesales más o menos especulativas.

En los estudios filológicos que buscan descifrar la naturaleza y el alcance semánticos de este legado idiomático ínsuloamaziq, la exégesis de los términos suele afrontar alguna de las tres contingencias siguientes:

a) Una minoría de vocablos que lucen traducción explícita, del tipo:

§ «[…] y dello ʃepuede colegir que nacíon aya venído a cada ysla conforme ala consonancia delos vocablos: atenta la qual parece, que â Lanzarote, Fuerteventura, y Canaria arríuo la nacíon delos Alarabes, entre los afrícanos estímada en mas; porque en estas tres yslas llamaban los naturales ala Leche, aho: alpuerco ylfe: ala ceuada, temosen» [Abreu (ca. 1590, I, 5) d. 1676: 8r].

Salvo eventuales ajustes fonéticos, paleográficos o semasiológicos, los análisis no presentan mayores dificultades.

b) Un nutrido inventario de dicciones aisladas, con sucintas o nulas indicaciones contextuales, como las listas que matriculan los nombres de las personas que fueron vendidas en los mercados esclavistas:

§ «Anno a Nativitate Domini millessimo quadringentessimo nonagessimo quarto, die intitulata XII mensis augusti. Devant lo molt magnifich en Miguel de Camarena, ciutad de Valencia, comparech lo honorat en Miguel Sanç Scuder, procurador e factor en lo present acte del magnifich en Alfonso Sanchis, conseller e thesorer del molt alt senyor rey, e presenta a aquell sexanta cinch testes blanques de Tenerif, terra de Canaria, entre homens e dones, grans e chichs; la una de les quals, dona, de edat de vint et cinch anys, appellada Guaynetona, l’altre home de edat de vint anys appellat Adasat, l’altra dona de edat de XXXV anys appellada Asatiquinen, ab un fillet que no te nom que tria, l’altra dona de edat de XXV anys appellada Guanjegua, l’altra de edat de trenta anys appellada Azemeyeguegua, […]» [ARV-BG, 194, fol. 144 > Cortés 1955: 512].

Aquí, excepto cuando se trata de expresiones que sólo pueden explicarse de una manera, bien por su forma lingüística o bien por su función pragmática, las hipótesis devienen por lo general muy tentativas.

c) Enunciados contextualizados, donde la información conservada aporta un horizonte potencial idóneo, caso de:

§ «[…] y como acá anparamos la casa santa de Jerusalén juraban ellos asistis Tirma e asitis Margo» [Ovetense (1478-1512) 1993: 161].

Un testimonio donde el modelo [S·T + S] de la locución asitti s (‘voto o promesa a’, ‘juramento por’, ‘súplica o ruego a’) satisface por completo la estructura morfosemántica de los datos expuestos por la fuente.