Comparación interdialectal

Hacia el año 1000 a.n.e., emergió en el centro de la península itálica, al sur del río Tíber, la lengua latina. Más tarde, en el 146 a.n.e., la victoria romana en la batalla de Corinto le permitió recibir una poderosa influencia de la Grecia que convertiría en su protectorado. Durante el curso de las centurias siguientes, una enorme expansión militar dispersó el latín por toda Europa occidental y meridional e incluso por las regiones marítimas del norte de África.

Con posterioridad, entre los siglos V y X de la era presente, se fueron generando las derivaciones romances actuales, por lo común agrupadas en una rama occidental (íberorromanas: español, portugués, catalán; galorromanas: francés, provenzal) y otra oriental (itálicas: italiano, sardo; Romania oriental: rumano).

Con las dataciones arqueológicas disponibles, también el primer milenio a.n.e. parece marcar la frontera temporal más antigua para un eventual poblamiento amaziq del Archipiélago. Por lo que, si la arribada inicial se produce hace dos mil o dos mil quinientos años, no cabe discutir que el estado de nuestras hablas debía presentar al menos cierto arcaísmo respecto de las modalidades actuales de la lengua amaziq, por más que ésta exhiba una estructura gramatical muy conservadora. ¿Pero es tanta la diferenciación que resulta impracticable el estudio de la tasekenit (o guanche) a partir de las variedades amazighes que siguen vigentes?

Por descontado, las investigaciones históricas de la lengua amaziq y de su tronco ancestral afroasiático no han alcanzado de ninguna manera el nivel desarrollado hasta ahora por los estudios grecolatinos e indoeuropeos en general. Una oralidad primordial, apenas expresada en manifestaciones escritas con un alcance cultural muy acotado y en fuentes extranjeras (egipcias, griegas, fenicias, árabes, etc.) tampoco muy prolijas, dificulta sin duda unas indagaciones diacrónicas que sólo en los últimos años empiezan a cobrar mayor solvencia. En este empeño, un método habitual consiste en proceder a través de comparaciones interdialectales, donde la filología ínsuloamaziq ha incluido los ingredientes isleños. Sirva de ejemplo:

(maz.tk) «set» / «sesetti» *saḍs > səẓẓ > səẓ; (WE, Y, H) səḍis; (Ntf) səddis; (Taš) sḍis; (Y) ṣəgiṣ, səjis; (Teg) səẓẓ; (Mb) ṣəṣṣ; (Ghât) ṣoẓ, sez; (Ghad) ṣuẓ; (Zen) šuḍəš.

A partir de aquí, se ha restituido el lexema [S·Ḍ·S] para un primario *saḍīs, sūḍus, n. n. card. ‘seis (6)’, que contempla como principal variación fonética el cambio *ḍs /đs/ > ẓẓ /ƶ.ƶ/ > ẓ /ƶ/, por asimilación recíproca y abreviación de geminada en final absoluto, junto a otros más restringidos pero también acreditados en la fonética amaziq. Una hipótesis etimológica que recibe además el soporte de sus cognados afroasiáticos: (eg.) sas, sds; (ár.) sadîs, sâsidun, sudsun; (sem.) šds; (heb.) šeš.

Similar método de análisis se puede aplicar al siguiente concepto romance:
(it.) braccio; (port.) braço; (gall.) brazo; (esp.) brazo; (cat.) braç; (fr.) bras; (rum.) braţ.
Todas son variantes que remiten a la secuencia etimológica: (lat.) brācchium < (gr.) βραχίων < (indo.) mreghu- ‘corto’, forma primaria esta última restablecida a partir de:
(prácrito) múhu-; (sogdiano) murzak; (alto al. ant.) murg(i); (anglos.) myrge (Roberts y Pastor 1996: 110).

No hay, pues, ninguna imposibilidad metodológica, muy al contrario, para abordar a través de la comparación interdialectal el estudio de los materiales que se han conservado de las antiguas hablas amazighes de Canarias.

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