Las antiguas hablas amazighes (o bereberes) de las Islas Canarias desaparecieron como vehículo de comunicación social con cierta prontitud. Al margen de pervivencias marginales durante más o menos tiempo, la realidad lingüística del Archipiélago había asumido valores románicos en el siglo XVI. Una presión colonial determinante indujo esa extinción, aunque un volumen considerable de palabras nativas penetró en el naciente español isleño. Las características de esta modalidad de habla revelan que la fase de bilingüismo activo no debió de ser ni extensa ni profunda. Otra cosa distinta es que, mientras se mantuvieron vigentes los modos de vida tradicionales, sobre todo en lo relacionado con las actividades económicas, ciertos elementos socioculturales perdurasen en la nueva sociedad.
Este diccionario pretende reunir todo el léxico amaziq, voces y frases, que ha formado parte de la cultura canaria en cualquier momento de su historia. Por consiguiente, incluye tanto el caudal insular como las aportaciones moriscas y romances que presentan este origen. No obstante, sólo serán consignadas las formas atestiguadas, es decir, aquellas acreditadas por el análisis filológico. Pese a todo, conviene tener presente que sólo un porcentaje muy reducido del material lingüístico ínsuloamaziq ha llegado hasta la actualidad con traducción o contextos detallados, lo cual obliga a considerar con cierta cautela algunos de los resultados obtenidos (aunque en muchas ocasiones el examen exclusivamente formal suministra lecturas suficientes).
La entrada o lema de cada asiento reproduce la expresión catalogada por la lexicografía que más se aproxima al étimo correspondiente, el cual se hace constar en una línea de registro aparte. No obstante, se añaden a continuación las referencias documentales que muestran el término con sus respectivas variantes y contextos, aunque se ha tratado de evitar la reproducción exhaustiva de las numerosas torsiones gráficas que ha propiciado una transmisión textual sin fundamento analítico.
Para la definición etimológica de las voces, objeto principal de este diccionario, se anota el lexema, raíz o base de significación conceptual, clave para localizar en el Vocabulario comparativo las acepciones continentales que prueban la pertenencia del vocablo isleño a un campo semántico determinado. Y, dada la importancia de los fonetismos en la realización de esta lengua, tan apegada a la oralidad, en caso de contemplarse cambios fonéticos para desarrollar las hipótesis explicativas, éstos pertenecerán al repertorio constatado en las hablas insulares y continentales.
No debe extrañar que algunos nombres presenten un género morfológico distinto del reconocido por los hablantes a los sujetos u objetos concretos. Esto, que sucede en casi todas las lenguas, puede obedecer a varias causas. Muchas veces, aunque no siempre, se busca introducir un matiz expresivo. Por ejemplo, el género masculino se asocia a lo que es grande y/o fuerte, mientras el femenino ofrece a menudo un valor diminutivo (admitiendo en ambos casos sentidos figurados). Un hecho diferente al que representa la adaptación de esos insulismos nativos al diseño gramatical hispano, que también proporciona numerosas alteraciones de este tipo.
Esta obra se concibe con un formato enciclopédico, motivo por el cual se compendian voces de temáticas muy diversas (botánica, antroponimia, religión, zoología, etc.). Con todo, y pese a que se ha abordado el análisis de gran parte del material difundido por las fuentes escritas europeas y de una abundante aportación oral, es evidente que aquí sólo se ha recorrido un tramo del camino. Futuras investigaciones lingüísticas seguro que iluminarán nuevos aspectos de las antiguas hablas amazighes de las Islas Canarias.
Pero, antes de seguir adelante, acaso convenga dejar sentadas algunas consideraciones en torno al enfoque epistemológico adoptado en esta obra.
Pese a la profusión de manipulaciones doctrinales y políticas que gravan a menudo la Historia Antigua de Canarias, el lector no debe buscar aquí formulaciones de esa naturaleza. Esta investigación se ajusta a los protocolos historiográficos y filológicos convencionales. Es el diálogo entre los hechos y la ciencia lo único que guía el análisis expuesto en estas páginas. Ninguna conclusión o resultado, sea general o particular, representa otra cosa que una estación más dentro de un trayecto empírico, fundado sobre premisas, hipótesis y razonamientos operativos siempre explícitos y asociados a un repertorio positivo lo más depurado posible.
Sin embargo, tampoco se persigue pretensión normativa alguna. En Canarias, los usos sociales y profesionales del discurso científico pocas veces responden a criterios objetivos, por lo que la coherencia analítica de la investigación constituye todo el horizonte pragmático a que aspira este trabajo. Que algo de esto coincida, en mayor o menor medida, con postulados ideológicos de cualquier coloración o autoría, dentro o fuera de las fronteras del Archipiélago, de ninguna manera forma parte de las motivaciones y fines de este proyecto.
Y, en esa búsqueda de precisión y congruencia científicas, la afinación conceptual impone una atención concreta, que requiere ante todo orillar ambigüedades y contaminaciones politizantes, pero también ajustarse lo más posible a las evidencias históricas y lingüísticas. Por eso, aquí se recurre al término ínsuloamaziq antes que a guanche o canario, voces éstas con un alcance tanto insular como archipielágico, en una ambivalencia que poco contribuye a centrar la necesaria definición etnolingüística de aquellas hablas isleñas. Porque, hasta donde muestran las indagaciones históricas, genéticas, filológicas y etnográficas, las primitivas poblaciones de las Islas Canarias y su cultura pertenecían al vasto mundo amaziq (o bereber), la comunidad más antigua de las que todavía habitan el África septentrional.
Sin embargo, esa personalidad compartida no explica por sí sola la configuración de estas hablas insulares. Esa identidad amaziq viene referida a la confluencia en cada isla de, por lo menos, dos flujos dialectales: uno bastante compacto y ampliamente generalizado a todo el Archipiélago, el que hoy se denomina tuareg y ocupa, en particular, el sur de Argelia, la mitad occidental de Níger y la mitad oriental de Malí; el otro, una influencia más diversa y con presencia desigual de sus ingredientes por las diferentes islas, se esparce en la actualidad por el Atlas Medio y el Anti-Atlas, en su flanco occidental, y el Atlas telliense y el sahariano, por su extremo nororiental (Reyes García 2008: 9-13). Pero, con todo, aún ha de esperarse que próximas indagaciones provean una caracterización más ceñida.
El etnónimo acuñado para aludir a esas variedades amazighes de Canarias, a falta de una consolidación definitiva, puede verse representado como ínsuloamazighe o ínsuloamaziq, en su versión más sencilla para un hispanohablante, aunque sea recomendable el empleo de la primera opción para las situaciones que requieran del plural. En cualquier caso, esta fórmula global se funda en valores más teóricos y descriptivos que propiamente dialectales, pues la insularidad debió de ejercer un papel muy notable, aunque todavía difícil de calibrar en su justa medida.
No obstante, durante los años que han transcurrido desde la publicación de la primera edición de este diccionario (2011), se ha visto la necesidad de entallar aún más esta propuesta terminológica. A tal fin, ha sido creado el neologismo tasekenit [taˈsεkεnit], traducido por ‘la isleña’, para designar la antigua modalidad dialectal de la lengua tamazight que alentó en las Islas Canarias.
(Islas Canarias, 2017)
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