Moneiba

Moneiba
De *mənəy-ibba > moneibba, f. sing. lit. ‘resplandor humeante’.

moneiiba.

1. f. Hi. ant. desus. Rel. Divinidad femenina. Var. Moneyba. Err. Mo­heira, Moheyra, Monba, Montiba, Morayba, Moreiba, Mo­reyba. Cf. Eraoranhan.

§ «Adoraban los naturales de esta ysla del Híerro dos Ydolos, quelos fíngían macho, y hembra: al macho llamaban Eraoranzan, y a la Hembra Moneiba» [Abreu (ca. 1590, I, 18) d. 1676: 24v].

§ «Moneíba» [Abreu (ca. 1590) 1787: 19v].

§ «Gli huomini adorauano un Idolo maschio et le donne uno femina, il maschio chiamauano Eraoranhan, et la femina Moneiba, à iquali faceuano orationi senza scrificio et credeuano ch’essi habitassero l’altissime rupi» [Torriani (1590, LXIII: 86r) 1940: 188].

§ «Adoraban los Herreños, dos idolos fingidos en la mente, com­prehendidos ala mente, devotos de hombres, y ganados machos Oronjan, de mugeres, y hombres; Mon[t]iba; a quien pedìan agua, y buenos temporales, y hazian sus juramentos; no les hacian sacrifi­cios, ni otra ofrenda, ideabanlos: en dos riscos ò peñascos sercano uno de otro mui altos delgados, y peinados como torreones, en el termino de bentaigas, y oi llaman los Santillos de los antiguos» [Marín 1694, I, 20: 39r].

§ «Montiba» [Marín (1694) 1941: 58].

§ «Moreyba» [Viera 1772, I: 167; Berthelot 1842, I: 175].

§ «Moneyba» [Berthelot 1842, I: 183; Glas 1764: 27].

§ «Moreiba» [Chil 1876, II: 147].

§ «Moheyra» [Berthelot 1842, I: 183].

§ «Moheira» [Chil 1876, II: 147].

§ «Les hommes se rendaient au pied de l’une, et y invoquaient l’Éternel sous le nom d’Eraoranham; les femmes se rendaient au pied de l‘autre, et y adressaient leurs prières à Dieu, sous le nom de Morayba» [Bory 1803: 94].

N. B. La atribución de género (femenino) a esta figuración divina obedece por completo al uso social recogido por las fuentes escritas, ya que su factura lingüística revela un compuesto con dos elementos masculinos: emnǝymǝnǝy (ǝ), n. vb. m. sing. ‘brillo, resplandor’, e ibba, n. vb. concr. m. col. ‘humo’. Una disonancia que podemos considerar sólo aparente desde el momento en que la lengua amaziq, como otras del filo afroasiático, utiliza estos cambios de polaridad para destacar valores cualitativos, donde un mayor tamaño, cantidad o volumen, por ejemplo, son expresados a menudo bajo la forma masculina del concepto respectivo.

Pero, más allá de la gramática, aquí no es posible ignorar que el testimonio documental enfatiza la índole femenina de esta referencia sagrada, notoria tanto en la identidad que se reconoce a la deidad como la que concierne a las mujeres receptores de su gracia y protagonistas de su culto.

No obstante, datos, informes y análisis reiteran también que el lenguaje sagrado rara vez incursiona en la definición de esencias concretas. A lo sumo, se limita a indicar ciertos rasgos que el ser humano advertiría en las proyecciones terrestres de una energía primordial. En este caso, inclusive, comparte con su homólogo masculino (Eraoraghan) la elocuente literalidad de una estampa, bien vívida o bien ideal, sin los matices propios y diferenciales estipulados para cada género.