Teyde

Teyde
De *tĕydit, s. f. sing. lit. ‘perra’.

Y·D

1. Tf. ant. desus. Top. Nombre del volcán que ocupa la parte central de la Isla, a 28º 16′ de lat. N y 16º 38′ de long. O, que se eleva hasta los 3.718 metros sobre el nivel del mar (máxima altura del Archipiélago). Var. Teide, Téide. Err. Teida, Teyda, Theyda. Cf. Echeide; Taraire.

N. B. Las versiones con -a final apuntan hacia una curiosa torsión romance. La imagen del volcán humeante, bien por la acción de los vapores magmáticos o bien por la presencia de nubes, debió de evocar en los europeos la tæda latina, origen de la tea española, un ‘pino’ cuya madera resinosa se usaba como ‘antorcha’. Algunas hablas amazighes (Mc, Ntf, Senh, Teg) y el árabe dialectal han tomado este concepto en su sentido primario, tayda ‘pino’, que ha podido intervenir en la nominación de otros accidentes geográficos de la Isla (sin asumir, que se sepa, la antigua derivación ígnea).

§ «[…] La gran Canaría siempre llamada assí, í La de Thenerife primero Guaneche, ipor su ultimo Rey que era elque hauiaquando quedo sujetaa Spaña llamado elgran Thenerf, í porlos nauegantes íroteros isla de Infíerno porun Volcan que tíene perpetuo enel alto monte de Taráire, òy, Teíde» [Gómez Escudero (ca. 1484) 1934: 45r].

§ «[…] i por los nauegantes i roteros isla de Infierno, por un volcán que tiene perpetuo en el alto monte de Taraire o Teide» [Gómez Escudero (ca. 1484) 1993: 385].

§ «[…] decían que elalma notenía pena o gloria mas Conocían hauer ín fíerno íque solamente era parael demonío llamado guaíota íaelin fíerno Echeíde íquehauitabaen el volcan deelpícodetéide í assí lellamaronis Ladelín fíerno» [Cedeño (ca. 1490) 1934: 17r].

§ «[…] que todos los que fazen pez en taoro que ſe entiende de la syerra aguas vertientes hazia taoro porel camino de las syerras que va a dar a teyd[a] e por la miſma lomada que va a ycode hasta la mar que ninguno sea oſado de hazer pez […]» [ACT, lib. I, fol. 22v, 18-VIII-1500].

§ «[…] para quesaqueys e cojays dela montana e syerra de Theyda toda la piedra açufre que quisyeredes e por biẽ tuuyeredes […]» [DOT, lib. III, cuaderno 22º, núm. 13, 17-II-1511].

§ «1515 Marzo 14. Medina del Campo. Merced a los ldos. Luis Zapata y Ortún Ibáñez de Aguirre, miembros del Consejo Real, de los mineros de oro, plata, arambe, alumbre, caparrosa, azeche, azul, cardenillo, alcohol, bermellón, azogue, hierro, plomo, estaño, cobre y otros metales, descubiertos y por descubrir, de la Sierra de Teide, Montaña de Armajen y demás lugares de la isla de Tenerife, tanto de realengo como de señorío» [Aznar 1981: 220 < AS-RGS, 14-III-1515].

§ «En la isla de Tenerife, al Poniente de ella, y al cabo está una sierra llamada por nombre el Pico de Pereyra, que, a juicio de los que lo han visto, es el más alto del mundo, y se ve muy claramente sesenta leguas antes de llegar a él, cuya causa, cuando las naos van de España a estas islas, es ella la primera cosa que se descubre. […] Es esta sierra del Duque de Maqueda, por particular merced de Su Majestad» [González de Mendoza (ca. 1585) 1944: 300].

§ «tem una serra que alguns chamam o pico de Teide, e outros de Tereira, do Duque de Maqueda, por particular mercê de Sua Majestade, que dizem ser uma das cousas mais altas» [Frutuoso (1590) 1964: 7].

§ «[…] et diceuano hauer Inferno del Pico di Teida (perche Eheida uuol dire Inferno, et il Demonio guaiota) […]» [Torriani (1590, LI: 71r) 1940: 166].

§ «Con todo eſto conocian auer infierno y tenian para ſi que eſtaba en el pico de Teyda, y aſſi llamauan al infierno Echeyde, y al demonio Guayota» [Espinosa 1594, I, 5: 18r].

§ «Ignorauan que fueſſen immortales / Las almas, y que vuieſſe pena y gloria, / Aunque afirmauan cierto auer infierno, / Que llamauan Echeyde: y al demonio, / Guayota, y por el alto monte Theyda, / Y por el Sol aquien Magec llamauan, / Iurauan con recato, y gran reſpecto» [Viana 1604, I: 13r].

§ «Por la cima del Teyda lebantado» [Viana 1604, III: 48v].

§ «Esta es una ysla que tiene de largo veinte leguas muy agria por todas partes, y en medio della un pico muy alto que llaman el Pico de Teyde, y quieren decir quel Señor de aquel monte y Pico se lla­maua Teyda, y que del le quedó el nombre» [López de Ulloa (1646) 1993: 327].

§ «Confessauan, que auia infierno, no para tormento de pecadores, si solo para vno, que en èl estaua padeciendo penas, que era el demonio; al infierno llamauan Echeide, y tenian muy creido, que el infierno estaua en la alta Sierra de Teide en esta Isla, y la razon que dauan estàr allí, era por auer visto antiguamente rebentar algunos bolcanes, que arrojauan fuego, y açufre, que les causaua mucho temor, y miedo» [Núñez de la Peña (1676) 1994: 26].

§ «[…] el nombre Echeide, con la pronunciación Española, se ha corrompido en Teide, que es con el que oy le llamamos» [Núñez de la Peña (1676) 1994: 27].

§ «Conosen haver Demonio, y llaman guaiota, y que el solo tiene pena en la tierra, y en los sitios onde ai Volcanes, fuego, y azufre, y en particular en el monte de Teide» [Marín 1694, II, 20: 82r].

§ «Echeydey» [Berthelot 1842, I: 183].

§ «Soberano absoluto de Chinechi o el infierno en las entrañas de la tierra, con la que comunica a través del Teide, prestanle [a Guayota] su concurso de perdición varias divinidades y poderes infernales que le rodean a manera de corte» [Bethencourt Alfonso (1911) 1994b: 268].

§ «No llamaban así al infierno. Echeyde o Cheyde o Chéyda, lleva aún este nombre una montaña al pie del Teide, mirando al N., al poniente de otra denominada Chisere. El infierno lo apellidaban chimichi, apelativo que llevó la isla equivalente a ‘Isla del Infierno’, o séase ‘Isla Chimeche’» [Bethencourt Alfonso (1911) 1994b: 278].

§ «Hace algo más de 30 años que tuve un presa canario (berdino o bardino) de nombre “Aydi”. Por ese tiempo, en el verano de 1967, hablando con el último cabrero, Juan Évora, que llevaba el rebaño a Boca Tauce hasta que empezaban las nieves, me decía que el Teyde por dentro se llamaba “Echeyde”. Al llegar el verano, salía de ese interior “la diablita”, que miraba para ver si hacía calor y que saliera entonces el diablo. Para engañarla, los pastores encendían fogaleras en Las Cañadas para hacer ver que no había verano. Juan establecía sus fechas según el «año de los cabreros», que para él empezaba con San Juan. Por eso era que las fogaleras había que hacerlas la víspera. Así, cuando salía la diablita, pensaba que era un año muy frío y se volvía a meter para decírselo al diablo. Sólo podía salir esa noche, así que los cabreros se libraban del diablo hasta el año siguiente. Para él, dentro del Teyde había grandes cuevas, y eso era Echeyde. Es algo más complejo y más largo, pero resumido es cómo explicaba las fogaleras de San Juan» [Francisco Javier González Pérez, La Laguna, 70 años, com. pers. 12-VIII-2010].

N. B. La información documental insiste en conceder un nombre al infierno, Echeide, y otro al acci­dente topográfico donde éste era ubicado, Teide, aunque buena parte de las fuentes asimilan tanto su significado como su dicción, hasta el punto de llegar a concebir el orónimo como una deformación hispánica del primero (Núñez de la Peña). En cambio, Escudero añade un apelativo distinto para el pico monta­ñoso, Taraire, que González de Mendoza quiere presentar como portugués (Pereyra). Pero nada más lejos de la realidad. Ese substantivo femenino singular Taraire ofrece una pauta muy fiable para re­conocer la voz Teide, otro substantivo del mismo género y número, como denominación alternativa del volcán. Ambos presentan una factura cultural deliberadamente próxima.

Esos títulos, Echeide (‘maligno’), Teide (‘perra’) y Taraire (‘ogresa’), recogen con claridad la relación que menudea todavía en la tradición oral amaziq entre el mundo subterráneo y la idea del mal. Así lo avala por ejemplo la narrativa producida por los campesinos cabilios:

Une vision du monde étagée paraît se dégager des textes. Cette conception se confirme à travers les contes où figure volontiers un monde souterrain. Mais celui-ci est habité par les ogres et ogres­ses, différents des nains par la taille puisqu’ils sont plutôt géants, et par la nature de leur malfai­sance même.

Lacoste-Dujardin (1970) 1982: 114.

Pero algunos informes sugieren que el volcán sólo representaba un acceso al averno: «Alonso de Es­pinosa, Viana y demás cronistas aseguran que los guanches reputaban el Teide como lugar en que se hallaba emplazado el infierno, pero tenemos serias razones para decir que sólo lo estimaban como su boca de entrada y salida» (Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 290). Un convencimiento que parece haber per­durado en las tradiciones populares de las comarcas sureñas: «Veremos al tratar de la teogonía guan­che, que situado Chinechi [‘infierno’] en el centro de la Tierra, si bien comunica al exterior por medio del Teide, parten del dicho antro subterráneo ideales a distintos puntos de la isla, que aún llevan el nombre del infierno por el papel que jugaban en su liturgia […]» (Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 290).

La innegable similitud fonética entre el nesónimo Achineche (‘resonancia’) y las voces Chíniche (‘agobio maligno’) o Chimichi (‘fuego infernal’) ha favorecido cierta simplificación morfosemántica entre estas expresiones, que desde hace tiempo se equiparan también a la antigua y descriptiva intitulación romance de Isla del Infierno. Pero, sin que esta asociación de ideas pueda considerarse del todo incorrecta, pues la actividad del volcán constituye su referencia principal, ese reduccionismo suele orillar los interesantes matices que aportan las etimologías de las nociones implicadas.

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