mago

mago
De *maggu, maghu, n. vb. amb. sing. lit. ‘aparición’, fig. ‘espíritu’, ‘alma’.

G – Gh

1. m. FV, GC, Lz, ¿Tf? ant. desus. Encantados o espíritus de los antepasa­dos, que se aparecían en forma de nubecitas a la orilla del mar en la ma­drugada del día de mayor alejamiento solar (23 de junio o san Juan). Usáb. m. magio, majo, maxio. Var. mahio, maxo. 

2. m. p. ext. Alma, ente, ser (humano), persona.

3. adj. Soc. Campesino. 

4. adj. desp. p. ext. Persona tosca, bruta.

§ «Parece que por lo que los Maxoreros i Canarios creían, admitían la inmortalidad de el alma, que no sabían luego explicar. Tenían los de Lançarote y Fuerte Ventura unos lugares o cuebas a modo de templos, onde hacían sacrificios o agüeros según Juan de Leberriel, onde haciendo humo de ciertas cosas de comer, que eran de los diesmos, quemándolos tomaban agüero en lo que hauían de emprender mirando a el jumo, i dicen que llamaban a los Majos que eran los spíritus de sus antepasados que andaban por los mares i uenían allí a darles auiso quando los llamaban, i éstos i todos los isleños llamaban encantados, i dicen que los veían en forma de nuuecitas a las orillas de el mar, los días maiores de el año, quando hacían grandes fiestas, aunque fuesen entre enemigos, i veíanlos a la madrugada el día de el maior apartamento de el sol en el signo de Cáncer, que a nosotros corresponde el día de San Juan Bautista» [Gómez Escudero (ca. 1484) 1993: 439].

§ «Magos» [Gómez Escudero (ca. 1484) 1936: 85r].

§ «[…] i en otro lugar que llaman campos o vosques de deleite están los encantados llamados Maxios i que allí están viuos i algunos están arrepentidos de lo mal que hicieron contra sus próximos i otros desuaríos» [Gómez Escudero (ca. 1484) 1993: 439].

§ «â el alma tenian por immortal hija de Magec, que padece afanes, congojas, angustias, sed, y hambre, y llevanles de comer alas Sepulturas los maridos alas mugeres, y ellas â ellos alas fantasmas llaman Magios ò hijos de Magec» [Marín 1694, II, 18: 74r].

§ «Mago» [Pérez Galdós (ca. 1860) 2003: 121].

§ «Magio, Maxio, [Gran] C[anaria]. “Los encantados”. Escudero» [Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 232].

§ «Mahios, [Gran] C[anaria]. “Espíritus hijos de Magec, fantasmas”. Marín y Cubas» [Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 232].

§ «Magios, Maxios, T[enerife]. “Espíritus emanados del Sol o Magec, fantasmas”» [Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 232].

§ «Maxos, F[uerteventura]. “Espíritus bajo la forma de nubecillas”» [Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 232].

§ «[Nota 24] Ya hemos dicho que el nombre genérico de mago con que se conoce al campesino de Tenerife, es porque después de la conquista le imputaban de que seguían adorando al dios Magec o Sol. Esto debió acontecer indudablemente, pero es tradicional que los guanches concentrados, partidarios decididos de la nueva civilización y que desde luego adoptaron los usos, costumbres e indumentaria española, para hacer olvidar su abolengo extremaron sus dicterios contra los que no querían concentrarse. Naturalmente, el hecho alcanzó mayor relieve en las cercanías del centro urbanizado más importante de la isla, como fue La Laguna» [Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 296].

N. B. Desde el punto de vista lingüístico, el predominio de un fonetismo laríngeo en las notaciones conduce a restaurar esta voz sobre la consonante uvular fricativa /ʁ/, que algunos dialectos (la tašelḥit, por ejemplo) reemplazan por una velar oclusiva /g/. No obs­tante, esa eventualidad también proporcio­naría una correspondencia semántica apropiada para la descripción que incluyen las crónicas: (Mc) aggu (wa), s. m. sing. ‘humo’, aunque se mantiene mejor la correspon­dencia solar que aducen las fuentes con la primera opción.

La cultura amaziq concibe en el alma una doble naturaleza, sutil y vegetativa. El vocabulario conservado en Canarias no permite reconocer este hecho de forma categórica, aunque Marín de Cubas (1694) registra ambas cualidades bajo un vocablo común: maxios. En realidad, el análisis filológico encuentra ahí un enunciado (maɣu) que alude a la ‘aparición luminosa’ considerada por el credo nativo como ‘hija del Sol’ (Maɣeq). Pero, de seguro, la variante más popular en el presente remite al concepto mago (maggu), el ‘alma aparecida’ del ser humano. El matiz entre estas dos referencias es mínimo y, a juzgar por los datos disponibles, apenas permite especular con cierta distinción cualitativa relacionada con una condición más pasiva o más activa en cada mención: de una parte, maggu parece predicar de aquello que aflora, surge o asoma, por ejemplo cuando la claridad baña la obscuridad y descubre cuanto se hallaba oculto a la vista; mientras maɣu centra la atención en aquello que se enciende, prende, alumbra o ilumina por sí mismo.

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Addenda
REYES GARCÍA, Ignacio. 2009. «Almas de luz». BienMeSabe.org 275.