Mastegena
De *massa-təghənnawt > mass-teghenna, n. complejo f. lit. ‘señora de la creación’.
1. f. GC. desus. Antr. Nombre de una notable del linaje gobernante en la Isla al tiempo de producirse la Conquista, quizá la mujer que luego sería conocida por Catalina de Guzmán. Se piensa que puede tratarse de otra denominación de Masaquera. Err. Mestteguera. Cf. Tegina.
§ «Estracto de la declaración del cronista Don Juan Núñez de la Peña [1681]. / Dice=Que la noticia que tenía de la ascendencia y descendencia de Constansa Fernández Guanarteme, mujer que fue primero de Pedro Viscaíno y en segundas nupcias de Pedro Magdaleno, ambos conquistadores de Tenerife y ella hermana de Don Fernando Guanarteme, Rey que fue de la Isla de Canaria, es la siguiente: Que él conocía por primer ascendiente hasta la dicha Constanza de este modo: / Tabohor Cersemdam Guanarteme / Rey señor que fue de toda la Isla de Gran Canaria y fue su hijo y sucesor / Guanarche Semidan Guanarteme / el que tuvo por hijo y sucesor a / Tagotrer Semidan Guanarteme / el que tuvo por hijos / 1º / Guaiesen Semidan Guanarteme hijo mayor muerto antes de la Conquista Canaria, el que da por hija a Mestteguera que bautisada se llamó Dª Catalina Semidán de Guzmán y casó en Gáldar con Hernando Pérez de Guzmán de la casa de los Condes de Alcaudete […]» [Rodríguez Moure 1922: 58].
§ «A esta altura [en referencia del editor a la mención de «Juan BENÍTEZ, hijo de Luisa BENÍTEZ»], y al márgen, el autor incluyó la siguiente nota: “Ascendientes de mi primo el Coronel Don Christóval BENÍTEZ: de Goayathem Semidan, canario, quedó una niña, que llamaron Mastegena [Massequera] siendo gentil y después cathólica Doña Cathalina, que cassó con el conquistador Fernando de Guzmán, natural de Toledo, hijo legítimo de Alonso de Guzmán, y nieto de Hernán Pérez de Guzmán”» [Suárez de Quintana (ca. 1753: 33v) 2006, nota 261: 165].
§ «Aun cuando se prometiera de palabra, los hechos confirman lo contrario. Los canarios fueron desprovistos de sus tierras o, en el mejor de los casos, trasladados a suelos improductivos. Un ejemplo de esta discriminación de facto, el desheredamiento en que quedó, precisamente, la propietaria legítima de la territorialidad isleña, la princesa Arminda Mastegena. Sólo pudo conservar las casas que habían sido de su padre, y los bienes que correspondieran a su esposo Hernán Pérez de Guzmán, doncel de la Conquista» [Martín de Guzmán 1977: 95].
§ «Con referencia a la titularidad de la tierra, ésta, tanto en el sentido de propiedad indivisa y común como en la acepción política de patria, lo es por igual de todos los canarios sometidos al matriarcalismo dinástico de los Semidanes de Agáldar. De aquí su carácter comunal y sorteo anual de los distintos lotes, en un régimen corporativo que, en última instancia, queda sujeto al modelo señorial único de tenencia de la tierra, encarnado en la figura de la «reina» o «guayarmina», y que, si seguimos las Crónicas anteriormente citadas (Ovetense, Sedeño, Escudero, Matritense, Lacunense y otros testimonios indirectos) explica el hecho de que la incorporación o cambio de titularidad de la propiedad de la tierra (del territorio insular canario) no se da por realizada hasta el momento de la entrega, a Don Juan de Frías (auténtico Capitán General y patrocinador vaticano de la Conquista), de la princesa o «guayarmina» Arminda Mastegena, más tarde Doña Catalina de Guzmán, en su condición de «Señora de la Tierra», única heredera legítima del guanartemato» [Martín de Guzmán 1980: 7].
§ «La muerte de Guayasent deja una heredera (que ya lo era por su madre), de apenas cinco o seis años. Esta niña, heredera universal, no es otra que la Arminda Mastegena» [Martín de Guzmán 1980: 8].
§ «Por lo tanto, Arminda Mastegena y Thenesort Semidam son primos hermanos. Con otras palabras, el padre de Arminda y el padre o la madre de Tenesort eran hermanos. Esta filiación, que lo es paterna, no excluye la materna pues, además de primos hermanos, nada se opone en el ordenamiento dinástico insular si una hermana (probablemente la hermana mayor) de Thenesort fuera la madre de Arminda. Tal embrollo, que bajo análisis no lo es, explica esa duda, transmitida por los cronistas, «unos dicen que primo, otros tío»» [Martín de Guzmán 1980: 8].