Tetagursa
De *d tagursa > tə tagursa, prop. nom. lit. ‘es la reja del arado’.
*d → t / d — t(v)-, por ensordecimiento.
¶ te – tagursa.
1. f. ¿LP? ant. desus. Antr. Nombre de un mujer de 25 años vendida en el mercado esclavista de Valencia (28-VI-1494).
§ «1494, junio 28, Valencia. — Benito de Benavides, mercader del Puerto, presenta 42 cautivos: […] Tetagursa, de 25 [años]; […]» [ARV-BG, 194, fols. 133-137 > Cortés 1955: 532].
§ Cf. «[Libro I. Descripción del planisferio terrestre. Primer clima]. […] los francos lograron botines y llevaron algunos prisioneros, que vendieron unos en las costas del Magreb-el-Aqsa (Marruecos). Los cautivos pasaron al servicio del sultán, y al aprender la lengua árabe, dieron datos sobre su isla. Los aborígenes —decían— labraban la tierra con cuernos, el hierro les era des-//conocido; alimentábanse de cebada; sus ganados se componían de cabras […]» [Ibn Jaldún (1377) 1977: 169-169].
§ Cf. [GC] «aprouecháuanse de los cuernos de las cabras para cultibar las tierras i con punctas de palos grandes i fuertes tostadas primero. Se juntaban mucho aiudándose unos a otros, i armaban un cantar i vocería, i muchos juntos afilaban una grande estaca i apretando con fuerça hacía la tierra todos a una después apalancaban i arrancaban los céspedes, i después las mujeres los deshacían i allanaban la tierra, y hacían esta obra a las primeras aguas que estubiesse la tierra anegada» [Cedeño (ca. 1490: 14v) 1993: 372].
§ Cf. [GC] «Sembraban la seuada con garauatos depalo puesto enla punta del garauato vn cuerno de Cabra y no de buey como afirman algunos, por que bueyes no los vbo en estas yslas. La manera de cultivar la tierra para su sementera era juntar veynte, y mas Canarios cada vno convna Casporra de cínco, ô seys palmos, y junto ala porra tenía vn diente en que metian vn cuerno de cabra yendo vno tras otro surcaban la tíerra las quales regaban con las azequías, que tenían por donde trayan el agua largo camíno, y quando estauan en sazon las sementeras las mugeres las cogian lleuando vn surron colgado al cuello, y cogían solamente la espiga que despues apaleaban, ô písaban con los píes, y con las manos la auentaban» [Abreu (ca. 1590, II, 4) d. 1676: 43r].
N. B. Sin otra información contextual que la recogida por la fuente, no es posible fijar con certeza la identidad morfológica de la secuencia inicial te-. Aquí se le atribuye el valor de la partícula predicativa d, alterada por el habitual ensordecimiento que asume al contacto con el prefijo de estado (libre) femenino, ta, del nombre siguiente. Esta elección se apoya en el alcance cualitativo que adquiere el concepto ‘reja’ en la fórmula cabilia: «tamṭṭuṭ t_tagʷersa bbʷexxam», que se traduce por: «la mujer es la reja de la casa», para indicar que representa el origen de toda fecundidad (Dallet 1982: 276).
Pero, como se ha indicado, el enunciado admite otras lecturas. Por ejemplo, una algo más descriptiva desarrolla la forma verbal del lexema [T·(T)]: tətt tagursa, lit. ‘ella pasa arriba y abajo la reja (del arado)’.
GALERÍA
Foto: Jorge Videgáin Márquez (2009).
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